martes, 5 de abril de 2011

EL DERECHO COMO DISCURSO


Dentro de la práctica jurídica es necesario que en el lenguaje formal para su aplicación se adecúe a las características propias de la ciencia jurídica, es decir, dotar de un lenguaje propio al derecho. Sin embargo, en la práctica, no necesariamente se realiza de esa manera, pues la interpretación del lenguaje jurídico  no siempre es la más correcta o adecuada.
De ahí que en las oraciones y enunciados jurídicos se debe de cuidar al máximo la estructura lingüística, pues dependerá de ello el sentido que se le dé a su interpretación y su aplicación por consiguiente.
Así como en cualquier sistema de comunicación o lingüístico se  necesitas tres elementos básicos para que la comunicación se lleve a cabo (emisor del mensaje, el mensaje y el receptor), además de ello, en el lenguaje jurídico debe de existir un elemento adicional que radica en el hecho de que la persona que recibe el mensaje (receptor) debe tener un campo de conocimiento previo, de la materia jurídica, de lo que se le trata de comunicar. Bajo esa lógica, el conocimiento a que hacemos referencia, puede ser empírico, propio o recabado en fuentes externas.
Lo anterior es muy importante, toda vez que, de nada serviría argumentar el derecho a través de un discurso jurídico si no existe correspondencia cognoscitiva por parte de quien lo está recibiendo.
En ese sentido, el problema de la mala interpretación de la teoría jurídica, nos lleva a un inconveniente de mayores dimensiones: el hecho de que los demás integrantes de la sociedad (ciudadanos que nada tiene que ver con la práctica jurídica) no entienden ni quieren saber ¿qué es el derecho?
Esta problemática nos remite al hecho de que existe una gran porción de la sociedad que no entiende o no sabe para qué sirve el derecho, lo que nos lleva a preguntarnos si las actuales formas de aplicación son las más adecuadas o ha llegado el momento de revisar y reestructurarlas para su mejor comprensión, aplicación y beneficio para la sociedad en general.
Esto se manifiesta en la cada vez mayor ineficacia  a la hora de la interpretación de la norma jurídica, pues muchas veces al interpretar mal la norma se cometen errores igualmente en su aplicación lo que cuestiona, insisto, la efectividad del sistema jurídico y lo beneficios que éste traen a la sociedad, lo que nos requiere de mejores formas de estructuración del lenguaje y preparación de los encargados de crear y aplicar las normas.

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